Tienden a tener una acidez más balanceada que la de los cafés lavados, acompañado de una dulzura pronunciada y una sensación en el paladar más compleja.
Este proceso se centra únicamente en el grano, ya que permite saborear lo que está adentro de él , y no afuera, el café lavado es capaz de resaltar el perfil característico de un café de origen, más que cualquier otro proceso. Es una de las razones por la que muchos de los cafés de especialidad provienen de un proceso lavado.
Se conserva la cereza con el grano y no hay mucha manipulación del café mientras se seca. A pesar de que este proceso no requiere de mucha inversión, es necesario contar con ciertas condiciones climatológicas para asegurar un tiempo de secado propicio para el fruto y la almendra. Este proceso tiene potencial para crear perfiles de café exquisitos y que en poco tiempo tendrá mayor acogida.